El aumento de la población puede resultar en una mayor generación de desechos, lo que ejerce presión sobre los sistemas de gestión de residuos existentes y aumenta el riesgo de contaminación ambiental.
La falta de cumplimiento de las regulaciones ambientales y la ausencia de medidas de control efectivas pueden permitir actividades ilegales de disposición de desechos que contaminan el entorno.
La falta de conciencia sobre el impacto ambiental de arrojar basura de forma indiscriminada y la falta de sentido de responsabilidad sobre la conservación del entorno pueden contribuir a una cultura de la basura en la que se tolera la contaminación.
La falta de infraestructura adecuada, como sistemas de recolección y tratamiento de desechos eficientes, puede contribuir a la acumulación de basura en espacios públicos, ríos y áreas naturales.
La deforestación y la degradación de los ecosistemas naturales pueden aumentar la erosión del suelo y la escorrentía de desechos hacia cuerpos de agua, lo que contribuye a la contaminación del agua y del suelo.